Ha llovido todo el día, al abrir la ventana siento el olor a lluvia, ese olor a humedad que me resulta tan agradable. Cómo me gusta la lluvia, tiene un no se qué especial, tal vez sea su forma de caer despreocupada hacia la tierra, o que con su caída logra mostrarnos todo con claridad, limpiando a su paso constante... no lo sé, pero me gusta.
Ha llovido todo el día... no sólo en Santiago, también dentro de mí, pero mi lluvia interna ha sido más bien intermitente, a ratos cae a raudales, otras hay sequía y sol, incluso me atrevería a decir que hace unos cinco minutos disfrutaba de un yo algo nublado, pero bastó con sólo tres palabras para que comenzara la lluvia torrencial que todavía parece no querer decaer.
Ha llovido todo el día, y seguirá lloviendo, no sé hasta cuando, pero espero que cuando esta lluvia termine me deje ver el día con más brillo y claridad.
Ha llovido todo el día, y es sólo cuando escribo esto que creo darme cuenta de por qué me gusta tanto, tal vez es el hecho de no sentirme tan sola en la lluvia de mi alma, todo el cielo me acompaña, todo el cielo llora con migo.
Ha llovido todo el día, pero después de la lluvia siempre vienen días más hermosos.